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Javier Ruiz

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Javier Ruiz's Album Reviews

No tan malo como The Final Cut y no tan bueno como Wish You Were Here, el problema básico es que este álbum carece de sustancia más con Waters a cargo, Pink Floyd se hubiese ahogado en tanta sustancia. AMLOR sale a flote por sus melodías, su producción muy bien lograda y por no tener un peso específico. No podemos culpar a David y Nick por querer mantener a Pink Floyd vivo, The Final Cut iba a ser un pésimo último álbum que solo es salvado por la guitarra de David de tanto en cuanto. Por tanto fue mejor continuar y restaurar el balance donde la música tenga tanta importancia que la letra (algo que Roger no lo ve así), con esta práctica la mejora en Pink Floyd se vería más adelante en The Division Bell. De todas formas AMLOR es un disco que se puede disfrutar mucho, es bastante dinámico y posee algunas de las mejores composiciones en cuanto a música y melodía de Gilmour y si uno quiere puede hasta darle una temática, esta a seguir.

Es acerca de tu triste y mediocre vida que has vivido pensando que has hecho una diferencia, un lapso momentáneo de razón hizo que te des cuenta de esto. Primero naciste (Signs of Life), de ahí aprendiste a volar e imaginar nuevos horizontes (Learning to Fly), creciste y te diste cuenta que la historia está plagada de guerras sin sentido y mercenarios haciendo millones (Dogs of War), luego después de un resbalón te das cuenta que ya tuviste que hacer familia y dedicar tu vida a eso (One Slip), sigues madurando y te das cuenta que la mierda sigue y sigue ya que nadie da una mano a nadie pero tienes esperanza y crees que eres parte del cambio (On the Turning Away), te pones más viejo y tu vida se parece una película “B” (Yet Another Movie) llena de clichés y sigues dando vueltas y vueltas sin llegar a ningún lado (Round and Around). Ahora eres casi un anciano esperando por la muerte (A New Machine y Terminal Frost) sin razón para levantarte cada mañana (Sorrow).
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Soy afortunado al haberlo comprado y escuchado. En este momento es la 6ta vez que lo escucho y puedo sentir el alma de Pink Floyd en cada nota y también es cierto que si me ponían aleatoriamente sólo un tema por ahí es probable que me hubiese costado identificar a mi banda favorita. Pero es innegable que cada vez que lo escucho es como navegar por las nubes escuchando su discografía (los álbumes más importantes) y darme cuenta que Richard Wright era el paisaje en cual los demás jugaban a poner letras, guitarras, bajo y batería. Nunca fui ni seré un purista, amo todas las eras y cada disco es especial a su manera, no niego que sea un poco molesto el ver en los créditos a gente externa a Pink Floyd en los dos últimos trabajos de estudio y que otros sean difíciles de digerir (TFC y Animals por ejemplo) pero no dejan de tener su magia. TER es no más una manera muy caballerosa (a la inglesa) de despedir a una de las bandas más influyentes del siglo XX enalteciendo el aporte de Wright que ahora, ya al final de Pink Floyd, se ha logrado ¡más bien! Cierro mi opinión al decir que el disco me quedó corto en el sentido que fluye excelentemente (no me aburre para nada) y quisiera que sea eterno pero como todo debe de acabar me resigno pero quedo con ganas de más. Respeto las opiniones tales como “suena a Gilmour en solitario”, “son descartes”, “es sólo por dinero”, “no hace mérito a una de las mejores bandas de todos los tiempos” y cosas así porque son verdades relativas pero no por eso dejaremos a TER fuera de la discografía de Pink Floyd, esta despedida es y será contundente en mi humilde opinión mientras los ríos sigan fluyendo…
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Para comenzar es bien difícil hacer una reseña crítica respecto de uno de mis álbumes favoritos de uno de mis grupos favoritos… de ahí ya con la palabrería inicial ya suena complicado. The Alan Parsons Project tiene sus raíces en el rock progresivo de los ‘70s y mientras los tiempos cambiaban, también lo hacía su música y su lírica. Para mi caso, encontrar el concepto en sus álbumes se me hacía muy difícil y no tanto por el idioma si no porque no es tan fácil enlazar una canción con otra ya que todas tienen una vida propia y no están conectadas a la manera de Pink Floyd por ejemplo. De todas maneras, al cambiar la década los audio escuchas comienzan a perder interés en el rock progresivo girando su atención hacia el pop y el glam metal, se podría decir que aquí acaba el rock progresivo de TAPP y comienza el pop progresivo que lo caracterizará en lo que queda de la década tratando de ajustarse a los tiempos (un grave error quizás). EITS tiene su origen en la fascinación de Eric Woolfsons en tres temas entrelazados: el juego, los casinos y los sistemas de cámaras de vigilancia de estos (los primeros dos temas ya anteriormente explorados en “The Turn of a Friendly Card”) y siendo el principal compositor de TAPP continúa explorando su fascinación con las cámaras de vigilancia para este álbum (“Eye in the Sky” es el nombre que se le da en la jerga al sistema de cámaras de vigilancia de los casinos). De por sí, EITS no es un álbum conceptual (aunque sigo con la idea de que todos los álbumes de TAPP tienen una dificultad en expresarse) o se podría decir que si este álbum lo es entonces es el que más le cuesta hablar por sí mismo. La lírica es buena y explora muchos temas, desde relaciones enfermizas hasta miedo por los payasos pasando por las pesadillas, más como nunca TAPP se concentró en la elaboración de ganchos musicales los cuales, como en ningún álbum de su discografía, son notorios de principio a fin (hay que acordarse de que en la música mientras más ganchos y más partes repetitivas se tengan la canción nos llega a gustar). No hay canciones de relleno, todas son importantes y hacen que el álbum fluya fácilmente sin cansar al audio escucha y el orden en que están provee tranquilidad y dinamismo realizando una mezcla magistral entre orquesta sinfónica y los demás instrumentos (resalto el solo de guitarra en "You're Gonna Get Your Fingers Burned", el pasaje instrumental _pesadillesco_ de "Psychobabble" y la orquesta sinfónica en “Silence and I”). TAPP logró el pináculo de su carrera y su primer Top 10 en Estados Unidos con la canción que le da el título al álbum, al parecer este fue el objetivo desde un comienzo y se logró. Se considera que desde aquí comenzó la cuesta abajo en la carrera de TAPP ya que le fue imposible lograr el balance entre rock progresivo y pop progresivo (como se lo logró acá) en sus trabajos posteriores.
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Excelente de principio a fin. Gilmour demuestra el porqué sigue siendo la guitarra y la voz de Pink Floyd.
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Me atrevo a decir que es uno de los mejores álbumes en vivo que se hayan lanzado, no sólo las versiones de las canciones acá grabadas son espectaculares y en muchos casos mejores que las originales si no también la producción y el empaque original que incluía la luz roja que pulsaba, digno de cualquiera que conozca el Rock Progresivo. Se deja ver que Stephen no ha escuchado realmente las versiones originales y parece que lo que quiere es escuchar a alguien que como Axl Rose en el álbum Live: Era '87-'93 grite "Gimme some reggae!".
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